La obra maestra del Huapango de Moncayo
México se caracteriza por tener un acervo musical extenso, con ritmos y melodías tradicionales que otorgan identidad a los nacidos en este país.
El mariachi es un gran ejemplo de esto, así como lo es la música de banda y norteña. Pero hoy hablaremos del huapango, otro género emblemático, y específicamente de la composición realizada por uno de los músicos más importantes de México del siglo XX: José Pablo Moncayo.
El Huapango de Moncayo
La palabra huapango es una derivación de fandango, un estilo de composición musical. Proviene del náhuatl “cuauhpanco”, que significa “lugar donde se coloca la madera”, es decir, la tarima de baile. Es originario de Veracruz, y de él surgen otras variedades, como el son huasteco, siendo el tradicional de San Luis Potosí, Hidalgo, Tamaulipas, Puebla y Querétaro, ciudades donde habita el pueblo huasteco.
El Huapango de Moncayo logra combinar perfectamente los sonidos tradicionales de un huapango jarocho o huasteco en una orquesta sinfónica: el arpa, la guitarra, el violín, el requinto y la jarana —que son una especie de guitarra pero de menor tamaño— interpretados en su lugar por violines rasgados y no frotados. También el trombón y la trompeta “compiten” constantemente por el protagonismo en esta obra maestra, inspirada en melodías y ritmos de diferentes sones como El Siquisirí, El Balajú y El Gavilancito.
La pieza tiene ritmos distintos en cada uno de sus “movimientos”; estos son cada una de las cuatro partes en las que se compone la sinfonía.
El primer movimiento es un allegro —esto quiere decir que tiene una velocidad rápida— construido en la forma sonata. Se pueden distinguir dos partes, la primera con un carácter más rítmico y la segunda meramente melódica.
El segundo movimiento es un scherzo, término italiano que significa “broma”. Esto quiere decir que los ritmos y las melodías varían entre sí, y tienen una intención “juguetona”.
El tercer movimiento es un lento y comienza con un sutil solo de trompa (o corno francés). Esta parte es un tanto sentimental y, poco a poco, la orquesta va incorporando todos sus sonidos de nuevo para pasar al cuarto y último movimiento que conduce a un allegro.
“Huapango” se estrenó el 15 de agosto de 1941 en el Palacio de Bellas Artes, interpretado por la Orquesta Sinfónica de México, en aquel entonces dirigida por Carlos Chávez, quien fue maestro de Moncayo y la persona que le solicitó esta composición especial. Chávez utilizó esta obra en su gira por Latinoamérica y tal fue su éxito que hoy en día se considera “el segundo himno nacional”.
Fue hasta el 27 de marzo de 1992 que la Orquesta Sinfónica Nacional tocó de nuevo esta pieza y su entonces director, Enrique Arturo Diemecke, realizó la primera grabación.
¿Quién fue José Pablo Moncayo García?
José Pablo Moncayo era oriundo de Guadalajara, Jalisco, y nació en 1912. Estudió piano a partir de los 6 años de edad y en 1929 se inscribió en el Conservatorio Nacional de Música. A la par de sus estudios trabajó como pianista en estaciones de radio y centros nocturnos tocando jazz.
Gracias a Carlos Chávez fue invitado a la Orquesta Sinfónica de México a participar en las percusiones, para después integrarse como pianista, compositor y director de orquesta. Carlos Chávez, viendo su gran talento musical, lo mandó a realizar una investigación a Veracruz para crear una nueva pieza. Moncayo llegó al puerto de Alvarado y se encontró con la Fiesta del Fandango, su principal inspiración para componer el Huapango.
Obtuvo una beca en el Instituto Berkshire de Serge Koussevitzky y asistió a los cursos impartidos por Aaron Copland en Tanglewood en 1942. Entre sus condiscípulos se encontraban Leonard Bernstein y Blas Galindo. Así mismo, impartió clases de composición y dirección en el Conservatorio Nacional de Música y fue docente de la Escuela Superior Nocturna de Música, así como de Escuelas de Iniciación Artística.
Era un amante de la naturaleza y el campo; de hecho, fue un montañista aficionado y en sus obras siempre buscaba los paisajes mexicanos.
Murió el 16 de junio de 1958 en la Ciudad de México y con esto vino también el final del periodo musical conocido como “nacionalismo mexicano”. Sus restos descansan en la Rotonda de los Hombres Ilustres de la capital.
Te invitamos a que te tomes 10 minutos de tu tiempo para deleitarte y dejarte llevar con esta increíble pieza musical, que a una gran parte de los mexicanos pone la piel de gallina.
Esta versión con la Filarmónica de París en 2015 estuvo a cargo de Alondra de la Parra, mexicana fundadora y directora artística de la Orquesta Filarmónica de las Américas con sede en Nueva York y Embajadora Cultural del Turismo de México.